Sobre la presunta importancia de la disposición incestuosa de los humanos, en la estructuración de la personalidad.
Jorge Liniado
El complejo de Edipo
En el Diccionario de psicoanálisis de Elisabeth Roudinesco y
Michel Plon podemos leer:
“Correlativo del complejo de castración, y de la
existencia de la diferencia de los sexos y las generaciones, el complejo de
Edipo es una noción tan central en el psicoanálisis como la universalidad de la
prohibición del incesto, a la cual esta ligado. Su formulación se debe a
Sigmund Freud, quien con el vocablo
odipuskomplex designaba un complejo vinculado al personaje de Edipo creado por
Sófocles.
El complejo de Edipo es la representación inconsciente a través de
la cual se expresa el deseo sexual o amoroso del niño por el progenitor del
sexo opuesto, y su hostilidad al progenitor del mismo sexo. Esta representación
puede invertirse y expresar amor al progenitor del mismo sexo, y odio al
progenitor al sexo opuesto. Se llama Edipo a la primera representación; Edipo
invertido a la segunda, y Edipo completo a la combinación de ambas. El complejo
de Edipo aparece entre los tres y los
cinco años. Su declinación indica la entrada en un periodo llamado de latencia
y su resolución después de la pubertad se concreta en un nuevo tipo de elección
de objeto.
En la historia del psicoanálisis,
la palabra “Edipo” ha terminado por reemplazar a la expresión “complejo de
Edipo”. En este sentido, el Edipo designa a la vez el complejo definido por
Freud y el mito fundador sobre el cual reposa la doctrina psicoanalítica, en
tanto elucidación de las relaciones del hombre con sus orígenes y con su
genealogía familiar e histórica.
Mas que ningún otro en occidente,
el mito de Edipo de identificó en primer lugar con la tragedia de Sófocles, que
transformó la vida del rey de Tebas en un paradigma del destino humano (el
fatum), y después con el complejo formulado por Freud, que relaciona el destino
con una determinación psíquica proveniente del inconsciente.
En la mitología griega, Edipo es
el hijo de Layo y Yocasta. Para evitar que se relacionara el oráculo de Apolo,
que le había predicho que seria asesinado por su hijo, Layo entregó su vástago
recién nacido a un servidor, ordenándole que lo abandonara en el monte Citerón,
después de haberle hecho perforar los tobillos con un clavo. En lugar de
obedecerlo, el servidor confió el niño a un pastor, que su vez se lo dio a Pólibo,
rey de Corinto, y a su esposa Mérope, quienes no tenían descendencia. Ellos lo
llamaron Edipo (oidipous: pie hinchado) y lo educaron como hijo suyo.
Edipo creció, y le llegaron
rumores de que no era el hijo de quienes creía sus padres. Fue entonces a
Delfos a consultar el oráculo, el cual le profetizo de inmediato que mataría a
su padre y desposaría a la madre. Para huir de la predicción, Edipo emprendió
un viaje. en la ruta a Tebas, se cruzó por azar con Layo, a quien no conocía.
Los dos hombres tuvieron una pelea, y Edipo lo mató. En esa época Tebas vivía
aterrorizada por la Esfinge, monstruo femenino alado y con garras, que daba
muerte a quienes no resolvían el enigma que ella planteaba sobre la esencia del
hombre: “¿cual es el ser que anda con cuatro patas, mas tarde con dos y después
con tres?” Edipo dio la respuesta correcta, y la esfinge se mató. En
recompensa, Creonte, regente de Tebas, le dio por esposa a su hermana Yocasta,
de la que Edipo tuvo 2 hijos (Eteocles y Polinices)y dos hijas (Antígona e
Ismene).
Pasaron los años. Un día se
abatieron sobre Tebas la peste y hambre. El oráculo declaró que los flagelos
desaparecían cuando el asesino de Layo fuera expulsado de la ciudad. Edipo
consultó a todos. Tiresias, el adivino ciego, conocía la verdad, pero se negó a
hablar. Finalmente, Edipo fue informado de su destino por un mensajero de
Corinto, quien le anunció la muerte de Pólibo y le contó que él mismo había recogido
en otro tiempo a un niño de las manos de un pastor para dárselo al rey. Al conocer
la verdad, Yocasta se ahorcó. Edipo se perforó los ojos y se exilió en Colono
con Antígona; Creonte retomó el poder”.
Al referirse al Complejo de Edipo en el Diccionario de
Psicoanálisis de Jean Laplanche y Jean Bertrand Pontalis, describen algunas características
del mismo que quiero destacar:
"Conjunto realizado de deseos amorosos y hostiles
que el niño experimenta respecto a sus padres. En su forma llamada de positivo,
el complejo se presenta como la historia de Edipo Rey: deseo de la muerte del
rival que es el personaje del mismo sexo y deseo sexual hacia el personaje del
sexo opuesto.
El complejo de Edipo desempeña un
papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación
del deseo humano.
Los psicoanalistas han hecho de
este complejo un eje de referencia fundamental de psicopatología, intentando
determinar, para cada tipo patológico, las modalidades de su planteamiento y
resolución.
La antropología psicoanalítica se
dedica a buscar la estructura triangular del complejo de Edipo, cuya
universalidad afirma, en las más diversas culturas y no solo en aquellas en que
predomina la familia conyugal.
El descubrimiento del complejo de
Edipo, preparado desde hacia mucho tiempo por el análisis de sus pacientes
(véase: seducción), Freud lo realiza durante su auto análisis, le conduce a
reconocer en si mismo el amor hacia su madre y con respecto a su padre, unos
celos que se hayan en conflicto con el afecto que le tiene ; el 15 de octubre
de 1897 escribe a Fliess: “[...] la poderosa influencia de Edipo Rey se vuelve
inteligible[…] el mito griego explota una compulsión de cuya existencia todo el
mundo reconoce haber sentido en sí mismo los indicios.”
Observemos que, desde esta primera
formulación, Freud alude espontáneamente a un mito que se halla allende la
historia y las variaciones de lo vivido individualmente. Desde un principio
afirma la universalidad del Edipo, tesis que ulteriormente se irá reformando: “
Todo ser humano tiene impuesta la tarea de dominar el complejo de Edipo…”
La preponderancia del complejo de
Edipo, que siempre sostuvo Freud (rehusando situar en el mismo plano, desde el
punto de vista estructural y etiológico, las relaciones edipicas y las
preedipicas) queda atestiguado por las funciones fundamentales que le atribuye:
Elección del objeto de amor, en el
sentido de que este, después de la pubertad, viene condicionado a la vez por
las catexis de objeto y las identificaciones inherentes al complejo de Edipo y
por la prohibición de realizar el incesto;
Acceso a la genitalidad, por cuanto ésta no queda en modo alguno garantizada
por la sola maduración biológica. La organización genital presupone la
instauración de la primacía del falo, y esta difícilmente se puede considerar
establecida sin que se resuelva la crisis Edipica por el camino de la
identificación."
A lo largo de su práctica Freud fue completando y enriqueciendo
su teoría, sin embargo la idea de la tendencia incestuosa y su importancia en
la estructuración de la personalidad, se mantuvo hasta el fin de sus días.
En el Compendio del
Psicoanálisis, que habría sido escrito en 1938, podemos leer lo siguiente:
“Con la fase fálica y en el curso
de ella, la sexualidad infantil precoz llega a su máximo y se aproxima a la
declinación. En adelante, el varón y la mujer seguirán distintas evoluciones.
Ambos han comenzado a poner su actividad intelectual al servicio de la investigación
sexual; ambos se basan en la presunción de la existencia universal del pene;
pero ahora han de separarse los destinos de los sexos. El varón ingresa en la
fase edípica; comienza a manipular su pene con fantasías simultáneas que tienen
por tema cualquier forma de actividad sexual del mismo con la madre, hasta que
los efectos combinados de alguna amenaza de castración y del descubrimiento de
la falta de pene en la mujer le hace experimentar el mayor trauma de su vida,
que inaugura el período de latencia, con todas sus repercusiones”.
Más adelante afirma:
"El varón (de dos a tres años) que
llega a la fase fálica de su evolución libidinal, que percibe sensaciones
placenteras emanadas de su miembro viril y que aprende a procurárselas a su
gusto mediante la estimulación manual, conviértese (deviene) al punto en amante
de la madre. Desea poseerla físicamente, de las maneras que le hayan permitido
adivinar sus observaciones y sus presunciones acerca de la vida sexual; busca
seducirla mostrándole su miembro viril, cuya posesión le produce gran orgullo;
en una palabra, su masculinidad precozmente despierta lo induce a sustituir
ante ella al padre, que ya fue antes su modelo envidiado a causa de la fuerza
corporal que en él percibe y de la autoridad con que lo encuentra investido.
Ahora el padre se convierte en un rival que se opone en su camino y a quien
quisiera eliminar. Si durante la ausencia del padre pudo compartir el lecho de
la madre, siendo desterrado de éste una vez retornado aquél, le impresionarán profundamente
las vivencias de la satisfacción experimentada al desaparecer el padre y de la
defraudación sufrida al regresar éste. He aquí el tema del complejo de Edipo,
que la leyenda griega trasladó del mundo fantástico infantil a una pretendida
realidad. En nuestras condiciones culturales, este complejo sufre
invariablemente un terrorífico final.
La madre ha comprendido perfectamente que la
excitación sexual del niño está dirigida a su propia persona, y en algún
momento se le ocurrirá que no sería correcto dejarla en libertad. Cree actuar
acertadamente al prohibirle la masturbación, pero esta prohibición tiene escaso
efecto, y a lo sumo lleva a que se modifique la forma de la autosatisfacción.
Por fin, la madre recurre al expediente violento, amenazándolo con quitarle esa
cosa con la cual el niño la desafía. Generalmente delega en el padre la
realización de la amenaza, para tornarla más terrible y digna de crédito: le
contará todo al padre, y éste le cortará el miembro. Aunque parezca extraño,
tal amenaza sólo surte su efecto siempre que antes y después de ella haya sido
cumplida otra condición, pues, en sí misma, al niño le parece demasiado
inconcebible que tal cosa pueda suceder. Pero si al proferirse dicha amenaza
puede recordar el aspecto de un órgano genital femenino, o si poco después
llega a ver tal órgano, al cual le falta, en efecto, esa parte apreciada por
sobre todo lo demás, entonces toma en serio lo que le han dicho y, cayendo bajo
la influencia del complejo de castración, sufre el trauma más poderoso de su
joven existencia."
El psicoanálisis encontró, por fuera de su campo de
conocimiento, un aliado en su creencia de una tendencia incestuosa universal,
el antropólogo Claude Levi-Strauss. Para él la ausencia de reglas sería
el criterio más seguro para establecer la distinción entre un proceso natural y
uno cultural. De su obra Las Estructuras Elementales del Parentesco, extraigo
los siguientes párrafos:
" En todas partes donde se presente la regla sabemos con certeza que
estamos en el estadio de la cultura. Simétricamente, es fácil reconocer en lo
universal el criterio de la naturaleza, puesto que lo constante en todos los
hombres escapa necesariamente al dominio de las costumbres, de las técnicas y
de las instrucciones por las que sus grupos se distinguen y oponen. A falta de
un análisis real, el doble criterio de la norma y de universalidad proporciona
el principio de un análisis ideal, que puede permitir- al menos en ciertos
casos y dentro de ciertos límites- aislar los elementos naturales de los
elementos culturales que intervienen en la síntesis de orden más complejo.
Sostenemos, pues, que todo lo que es universal en el hombre corresponde al
orden de la naturaleza y se caracteriza por la espontaneidad, mientras que todo
lo que está sujeto a una norma pertenece a la cultura y presenta los atributos
de lo relativo y de lo particular. Nos encontramos entonces con un hecho que –
a la luz de las definiciones precedentes- no está lejos de presentarse como un
escándalo: nos referimos a este conjunto complejo de creencias, costumbres,
estimulaciones e instituciones que se designa brevemente con el nombre de
prohibición del incesto. La prohibición del incesto presenta, sin el menor
equívoco y reunidos de modo indisoluble los dos caracteres en los que reconocimos
los atributos contradictorios de dos órdenes excluyentes: constituye una regla,
pero la única regla social que posee, a la vez, un carácter de universalidad."
Dice luego:
“La prohibición del incesto no
tiene origen puramente cultural, ni puramente natural, y tampoco es un
compuesto de elementos tomados en parte de la naturaleza y en parte de la
cultura. Constituye el movimiento fundamental gracias al cual, por el cual,
pero sobre todo en el cual, se cumple el pasaje de la naturaleza a la cultura.
en un sentido pertenece a la naturaleza, ya que es una condición general de la
cultura y, por lo tanto, no debe causar asombro comprobar que tiene el carácter
formal de la naturaleza, vale decir, la universalidad. Pero también en cierto
sentido es ya cultura, pues actúa e impone su regla en el seno de fenómenos que
no dependen en principio de ella. La relación entre la existencia biológica y
la existencia social del hombre nos llevo a plantear el problema del incesto y
comprobamos enseguida que la prohibición no corresponde con exactitud ni a una
ni a otra. En este trabajo nos proponemos proporcionar la solución de esta
anomalía al mostrar que la prohibición del incesto constituye precisamente el
vinculo de unión entre una y otra.
Sin embargo, esta unión no es
estática ni arbitraria, y en el momento en se establece modifica por completo
la situación total. En efecto, es menos una unión que una transformación o un
pasaje; antes de ella, la cultura aun no existe; con ella, la naturaleza deja
de existir, en el hombre, como reino soberano. La prohibición del incesto es el
proceso por el cual la naturaleza se separa a sí misma; enciende la chispa bajo
cuya acción una estructura nueva y más compleja se forma y se superpone-
integrándolas- a las estructuras más simples de la vida psíquica, así como
estas ultimas se superponen-integrándolas- a las estructuras mas simples de la
vida animal. Opera, y por si misma constituye el advenimiento de un nuevo
orden."
Lévy-Strauss muestra en ese trabajo, la convicción de que en
la vida sexual de los primates, no había evitación del incesto. Lo cito:
“Cualesquiera que sean las
incertidumbres referentes a las costumbres sexuales de los grandes monos y del
carácter monogámico o poligámico de la familia en el gorila y en el chimpancé,
es cierto que estos grandes antropoides no practican discriminación sexual
alguna respecto de sus parientes próximos.”
Esta última aseveración, actualmente está fuertemente
cuestionada desde otros campos del conocimiento, especialmente desde la etología.
A esto último me referiré más adelante.
La teoría de Westermarck
Antes de exponer las ideas de Edward Westermarck, creo que
es importante decir que es casi un desconocido en Argentina. Sin embargo tiene
mucho reconocimiento entre los que han estudiado el tema del incesto. Es un
tema que ha despertado el interés de diversas disciplinas.
Psicólogos evolutivos, sociobiólogos, biólogos humanos,
antropólogos, psicólogos, etólogos entre otros que lo han tratado han tenido
en cuenta a Westermarck casi sin excepción.
En 1889 Westermarck publica La Historia del Matrimonio Humano,
en el que explica los deseos de vida familiar y unión sexual como fundados en
emociones morales que han sido creadas por la selección natural como parte de
la naturaleza biológica del ser humano.
Más adelante en otros escritos como El Origen y Desarrollo
de las Ideas Morales, elaboró una teoría general de la ética, como expresión de
emociones morales. Pensaba que el matrimonio era natural porque satisfacía
algunas de las profundas inclinaciones de la naturaleza humana. Contrariamente
a aquellos que creían que los seres humanos primitivos vivían en un estado de
completa promiscuidad sin ningún vínculo duradero entre hombre y mujer,
Westermarck sostenía que la unión conyugal había sido un instinto natural para
los seres humanos, porque había sido favorecido por la selección natural con
la finalidad de proveer cuidado parental a la descendencia que no podría
sobrevivir sin esos cuidados. Esta inclinación natural hacia la unión
conyugal había dado lugar a la formación de hábitos, costumbres e instituciones
que sancionaron al matrimonio como una unión duradera para padres e hijos. Como
animales sociales con un intelecto altamente desarrollado, los seres humanos
sienten indignación moral hacia los hombres que abandonan a sus esposas e hijos
y esta emoción moral de desaprobación, es expresada en reglas de costumbre y
legales que imponen los deberes y derechos de esposas, padres e hijos.
Ha trabajado sobre la gran variabilidad de prácticas maritales
en diferentes sociedades, pero encuentra las mismas regularidades que
manifiestan la naturaleza de las emociones humanas maritales, que encontraran
Tomás de Aquino, Adam Smith y Charles Darwin. La monogamia satisface los
instintos nombrados. La poligamia sucede porque muchos hombres tienen el deseo
de tener varias esposas, pero lleva a los celos entre ellas y crean conflictos
que son difíciles de manejar. La poliandria parece ser practicada en sociedades
en que por circunstancias inusuales existen una baja proporción de mujeres y
eso fuerza a los hermanos a compartirlas.
Westermarck se hizo conocido por su teoría acerca del taboo
del incesto. Vio que el incesto era condenado en forma casi universal y que
había pocas excepciones en que se permitía el casamiento entre hermanos.
No creía que de existir el deseo de incesto se pudiera
evitar por la fuerza de las costumbres, las leyes o la educación. Aún cuando se
pudieran evitar esas uniones no se podría evitar el deseo de realizarlas.
Pensaba que el deseo sexual difícilmente puede ser cambiado por prescripciones.
Decía “yo dudo que todas las leyes en contra de las uniones homosexuales, aún
las más severas, hayan sido capaces de extinguir el peculiar deseo de alguien
nacido con tendencias homosexuales.” “Las leyes contra el incesto no son
sentidas como que restringen los sentimientos individuales. Y la simple razón
para esto es que en casos normales no existe deseo hacia los actos que
prohíben” “Hablando en general, existe una remarcable falta de sentimiento
erótico entre las personas que viven estrechamente juntos desde la infancia.
Entre los animales inferiores, hay indicadores de que el instinto de
apareamiento falla en ser estimulado entre compañeros y busca extraños para su
gratificación.”
Entendía que la prohibición del incesto, como cualquier otra
regla moral, es una generalización de las emociones naturales que predominan
“normalmente” en la mente de la mayoría de las personas en respuesta “como
regla”, a circunstancias que ocurren.
Tenía tres proposiciones para explicar como se conformaba la
prohibición. Primero, el apareamiento entre parientes tiende a producir
deficiencias físicas y mentales entre sus descendientes. Segundo, debido a
los efectos deletéreos del apareamiento nombrado la selección natural favoreció
la disposición mental a sentir aversión sexual hacia aquellos con los que uno
hubiese estado asociado íntimamente desde la temprana infancia. Tercero,
esa aversión natural al incesto llevó a los seres humanos a sentir desaprobación
moral hacia el incesto y esa emoción moral ha sido expresada culturalmente como
su prohibición.
Para Westermarck la prohibición del incesto ilustra como el
orden social surge de la compleja interacción entre naturaleza y convenciones:
la prohibición del incesto es una convención social que expresa la naturaleza
humana de las emociones morales. Como convención social la prohibición variará
a través de distintas sociedades con diversos sistemas de parentesco. Pero como
expresión de emociones naturales, la prohibición mostrará una propensión en la
mayoría de las personas a aprender una aversión sexual hacia aquellos con
quienes han sido criados desde la temprana infancia. Pero también predice que
en algunas circunstancias algunos seres humanos no van a adquirir esa aversión.
Por ejemplo el incesto entre un padre y su hija es más probable que ocurra
cuando el padre a estado separado de sus hijas durante la crianza temprana. Más
aún, el predice que debido a la variabilidad natural en los temperamentos y
emociones humanas algunas personas no van a desarrollar la aversión al incesto
que es normal para la mayoría de las personas y estos individuos desviados van
a provocar un disgusto profundo en los otros. Debido a esta circunstancial y
temperamental variabilidad, las comunidades humanas van a desarrollar practicas
para forzar la prohibición del incesto expresando los sentimientos generales de
la comunidad que condenan a aquellos pocos que están inclinados a cometer incesto.
La etología y la aversión a la procreación entre animales
emparentados
La primatóloga Anne Pusey profesora de Ecología, Evolución y
Comportamiento en la Universidad de Minnesota y designada como Directora
Ejecutiva del Jane Goodall Institute’s Primate Research Programs en el año
2003, en su artículo Inbreeding Avoidance in Primates, que fue presentado en
una conferencia convocada en la Stanford University, con motivo de la
inauguración de su Departamento de Ciencias Antropológicas, señala que los
antropólogos interesados en la explicación biológica acerca de la aversión al
incesto y el tabú del incesto, han examinado largamente los estudios sobre
primates y otros animales para fundamentar sus teorías. La idea es que si los
primates, nuestros ancestros vivientes más próximos tienen aversión a la
procreación con parientes cercanos, estos hallazgos proveen evidencia, de que
esta conducta, precede a las prácticas culturales humanas.
A continuación resumo algunos de los conceptos de Anne
Pusey.
Referente a los mecanismos de evitación de la procreación
con parientes cercanos, señala que existen muchos estudios de largo plazo sobre
primates con pedigrí conocido que muestra que la fecundación entre parientes de
primer grado casi nunca ocurren.
Esto sucede así debido a por lo menos dos razones. Primero
el patrón de dispersión de los individuos desde su grupo natal, es tal, que
esos parientes cercanos raramente vivan en el mismo grupo o área cuando son
adultos. Segundo cuando residen en el mismo grupo como adultos, usualmente no
se aparean.
Referente al camino utilizado para reconocer el parentesco
Anne Pusey nos dice que los biologistas han propuesto dos modos.
Uno es el uso de indicios fenotípicos como puede ser el
olor. Esto ha sido demostrado en roedores.
El segundo es aquel en el cual el individuo trata como
parientes a aquellos con quienes a tenido una asociación cercana en su período
de inmadurez. O sea el mecanismo que Westermarck ha propuesto para explicar la
aversión al incesto.
En los primates, se puede afirmar con consistencia que, el
mecanismo de evitación de la procreación endogámica, de acuerdo con los
patrones de comportamiento observados, es el de asociación temprana durante la
inmadurez. En todos los primates la ligazón de la madre con su descendencia es
cercana y muy duradera con el resultado de que los hermanos de rama materna son
criados frecuentemente en proximidad unos con otros. Por lo tanto el hecho de
que la fecundación está fuertemente inhibida entre todo tipo de parentesco de
rama materna, en diversas especies, es consistente con el efecto Westermarck.
La ligazón entre el padre y su descendencia, en los primates
ocurre en solo algunas especies. En especies monógamas como el mono tití o los
gorilas en los que un macho tiene acceso exclusivo a un grupo de hembras por un
tiempo más prolongado que el de la maduración sexual de sus hijas, el vínculo
entre el padre y la hija es estrecho y el apareamiento entre ellos está
fuertemente inhibido.
Anne Pusey cita otros casos análogos. Por ejemplo en los macacos de Berberia, los
machos crean estrechas relaciones de guarda con varios infantes del grupo, en
las que los acarrean y los protegen. Sería de esperar que debido al efecto Westermarck,
las hembras que fueron cuidadas por algunos machos y no por otros, eviten
aparearse con los que las cuidaron, más allá de que estos fuesen parientes o
no. Controlando la paternidad a través del ADN, se comprobó que lo esperado se
producía. Lo que estaba inhibido era el apareamiento con los cuidadores y más
inhibido estuvo cuanto más largo fue el tiempo de la relación de custodia.
En muchas especies se ha observado actividad copulatoria
entre machos inmaduros y sus madres.
Por ejemplo los chimpancés de tres años son capaces de
copular con empuje y penetración con hembras en celo que les presenten sus
genitales. Sin embargo, esos machos no alcanzan la pubertad hasta varios años
después y son capaces de eyacular recién a los 9 o 10 años.
Entre los tres y los seis años ellos copulan frecuentemente
con sus madres y también con hermanas sexualmente maduras.
Los datos de muchas especies estudiadas. muestran que los machos
se relacionan sexualmente con sus madres y a veces con hermanas de origen
materno, pero que una inhibición de esa actividad aparece en la pubertad
o antes de ella.
Con referencia a la teoría de Westermarck existe un caso que
parece contradecirla. Los babuinos evitan aparearse entre cohortes de la misma
edad sin que en este caso tenga relevancia quienes fueron las madres. También
el inusual caso de los babuinos hamadryas, entre los que puede suceder que un
macho engatuse a una hembra inmadura para llevarla lejos de su madre y
eventualmente convertirla en pareja. Durante un proceso que es gradual, el
macho transporta y cuida a la hembra sin intentar el acceso sexual, pero luego
intenta aparearse. A veces lo hace antes de que ella tenga su celo. Se ha visto
que estas hembras maduran sexualmente precozmente y comienzan la actividad
sexual. Para explicar esta contradicción con la teoría, se ha pensado que para
que se produzca el efecto Westermarck
es necesario que la convivencia se produzca muy tempranamente en la infancia.
En su trabajo Anne Pusey expone las siguientes conclusiones:
Los primates no humanos proveen abundante evidencia de que
existe en ellos una inhibición de la conducta sexual entre parientes próximos
adultos. Este hallazgo es consistente con la idea de que la evitación del
incesto es una conducta que surge de la selección natural y estaba presente
entre los animales antes del momento evolutivo en que aparece el hombre.
Los datos sobre esta conducta entre primates da apoyo a la
teoría de Westermarck en el sentido que la convivencia durante la inmadurez de
una de las partes, es una razón importante para dicha evitación. El
apareamiento entre adultos está más inhibida entre los parientes matrilineales
en las especies en que tienen asociación cercana. El grado en que la inhibición
para el apareamiento se produce entre los parientes patrilineales es más
variable y parece depender en gran parte, aunque quizás no totalmente, de la
proximidad durante la inmadurez. También se va haciendo evidente que una amplia
conducta sexual entre machos inmaduros y hembras de parentesco cercano, a veces
se manifiesta antes de la madurez sexual en varias especies de primates, pero
se interrumpe antes de que exista el riesgo de concebir. Se necesitan más
estudios para comprender la causa de esta conducta. No es clara la clase de
familiaridad que es necesaria durante la época inmadura, para prevenir el
apareamiento en la madurez. Si bien algunos parentescos como madre e hijo o entre
hermanos mayores y menores, entran dentro de la idea de que las relaciones de
apego y de crianza son importantes, la inhibición sexual entre pares de la
misma edad en los babuinos no la sustenta.
Jordi Sabater Pi que fue profesor de Etología en la Facultad
de Psicología de la Universidad de Barcelona en el libro El chimpancé y los
orígenes de la cultura, cita el trabajo de D.S. Sade de 1965 sobre el estudio
realizado en monos resus de la reserva de Cayo Santigo en el Caribe. El observó
363 copulaciones y encontró que de ellas, solo 5 habían sido realizadas entre
madre e hijo.
Menciona luego a otro autor, E.A. Missakian que publica en
1973, habiendo estudiado varios años la conducta social de primates cercopitecoideos,
quién saca como conclusión que la falta de estimulación que el estro de la
madre despierta en el hijo púber y la familiaridad existente entre hermanos, lo
incitan a separarse del grupo materno, para buscar distinta motivación, lo que
disminuye el riesgo de incesto entre hermanos.
El horror al incesto
Cito nuevamente a Levy-Strauss en Las Estructuras
Elementales del Parentesco:
"Si el horror al incesto resultase
de tendencias fisiológicas o psicológicas congénitas ¿por que se expresaría con
la forma de una prohibición que es al mismo tiempo tan solemne y tan esencial
como para que se la encuentre en todas las sociedades humanas con la misma
aureola de prestigio sagrado? No habría razón alguna para prohibir lo que, sin
prohibición, no correría el riesgo de
ejecutarse."
Freud argumenta en el mismo sentido en las Lecciones Introductorias
al Psicoanálisis:
“no podréis por menos de recordar
con risa todos los esfuerzos que la ciencia ha hecho para explicar la
prohibición del incesto, llegando hasta decirnos que la vida en común durante
la infancia anula la atracción sexual que sobre la niña pudieran ejercer los
miembros de su familia de sexo distinto, y también que la tendencia biológica a
evitar los cruces consanguíneos halla su complemento psíquico en el innato
horror al incesto. Al decir esto, se olvida que si la tentación incestuosa
hallase realmente en la naturaleza obstáculos infranqueables, no hubiera habido
nunca necesidad de prohibirla, tanto por leyes implacables como por las costumbres.
La verdad es totalmente opuesta. El primer objeto sobre el que se concentra el
primer deseo sexual del hombre es siempre de naturaleza incestuosa-la madre o
la hermana-, y solamente a fuerza de severísimas prohibiciones es como se
consigue reprimir esta inclinación infantil.”
Quiero hacer notar algo que surge de lo citado. Aunque no nombre
a Westermarck, Freud conocía su teoría (y le parecía risible).
Estos argumentos han sido analizados extensamente por
quienes han tratado el tema. Y es un asunto que como ya he señalado fue tratado
extensamente por psicólogos, antropólogos, sociobiólogos, biólogos humanos,
etólogos y psicólogos evolucionistas entre otros.
Arthur P. Wolf, es Profesor de Biología Humana de la
Stanford University, y de Ciencias Antropológicas en la Fundación David and
Lucile Packard. Es coautor del libro Marriage and Adoption in the Chiese
Society, 1845-1945 y autor de Sexual Attraction and Childhood Association.
En la introducción del libro Inbreeding, Incest and the
Incest Taboo, descubre tres problemas en el hecho de que la endogamia es nociva
para la especie y la asociación temprana inhibitoria. Los llamó el problema de
mediación, el de representación y el de localización.
El de mediación es: ¿cómo es que las consecuencias deletéreas
del endogamia y la naturaleza inhibitoria de la asociación temprana están relacionadas?
Dicho de otra forma ¿cómo es que la proximidad produce la aversión?
El de representación se refiere a: ¿qué relación hay entre
la aversión natural y el tabú del incesto?
El de localización trata acerca de cómo y porqué una
tendencia universal está tratada de diferentes maneras. Es decir como en distintas
culturas el tabú del incesto se implementa de diferentes formas. Por ejemplo en
las Islas Tobriand la relación sexual entre hermanos produce horror, pero no
incluyen la relación padre-hija en la misma clase de delito que el incesto
madre-hijo o el que se produce entre hermanos.
Acerca del problema de representación señala que de él
surgen tres ramificaciones, concernientes
a la relación entre las tendencias individuales y las regulaciones
sociales.
Una rama sería el problema de externalización o sea el
tabú no es un asunto que concierne a la
autorregulación, sino que es una cuestión de condenación pública. Dicho de otra
forma la aversión explica la inhibición personal, pero no la condena a que otros individuos tengan relaciones con sus
padres o sus hermanos.
Otra rama es el problema de expresión que expresa el hecho
de que la aversión al incesto producida por la temprana convivencia, no puede
explicar el tabú porque son cosas distintas, uno trata de las personas con las
que uno fue criado y el otro trata acerca de los casamientos que producen
nacimientos endogámicos. No existe sanción para los matrimonios entre las
personas criadas juntas, solo para los casamientos entre parientes cercanos.
La tercer rama la denomina el problema de moralidad. No solo
las personas desaprueban el incesto, sino que la desaprobación está aceptada
como que se realiza por motivos morales.
En el mismo libro, Arthur P. Wolf publica su conferencia
intitulada Explaining the Westermarck Effect.
En ella asevera que hasta mediados del siglo veinte en casi
toda China y casi toda Corea, la costumbre daba a las familias una elección
acerca de cómo adquirir esposa para sus hijos. Una forma era esperar a que el
hijo estuviera completamente crecido y entonces arreglar una boda con una joven
adulta, quién vendría a vivir con su marido y los padres de este. En este caso
habitualmente la joven pareja no se conocía hasta el día en que se casaban. A
esta forma la llamó el “matrimonio mayor”. La alternativa es lo que el llamó
“el matrimonio menor”. En este segundo caso, “adoptaban” una niña que criaban
como futura nuera. Muchas de ellas eran tomadas de muy pequeñas y amamantadas por sus futuras suegras.
Cuando Wolf comenzó con su investigación en Taiwán al final
de la década de 1950, encontró que aproximadamente la mitad de las mujeres que
tenían más de 30 años se habían casado con la modalidad de “matrimonio menor”.
En el año 1905 la policía japonesa hizo un censo tomando
entre otros datos la fecha de nacimiento, la fecha de adopción si hubiesen sido
adoptados y la forma y fecha del presente matrimonio.
Después de eso los jefes de familia o los líderes de un
pueblo debían reportar todos los eventos vitales dentro de los 10 días de producidos.
Con datos de más de 20.000 matrimonios, Wolf trabajó durante
más de 40 años. Pudo observar algunos hechos.
El primer punto que señala es que cuando se produce un “matrimonio
menor”, es 40% menos fértil que el de un “matrimonio mayor”.
La segunda cuestión es que cuando una mujer es adoptada temprano
su posibilidad de divorciarse es tres veces mayor que la que tiene la mujer que
integra un “matrimonio mayor”
El tercer hallazgo es que más del doble de las mujeres que
integran un matrimonio menor, buscan satisfacción sexual fuera del matrimonio,
comparadas con las que se casaron con un extraño.
Todo esto lo lee Wolf como una muestra de que tal como lo
afirmara Westermarck en 1895 existe una remarcable falta de deseos eróticos
entre la gente que convive en forma cercana en la niñez.
La causa de esta falta de deseos estaría dada porque visto
desde una perspectiva evolutiva, por los peligros que surgirían de nacimientos
de uniones endogámicas se ha seleccionado algo que nos lleva a que respondamos
a las asociaciones tempranas con una duradera aversión sexual.
En el intento de esclarecer como se produce esto, Wolf quiso
precisar cuestiones que Westermarck no aclaró.
La primera fue que significaba niñez en la afirmación de
Westermarck. ¿De que edad se está hablando?
La segunda es que representaba “convivir en forma cercana”.
Y la tercera es si los varones y las mujeres eran igualmente
sensibles a los efectos de la asociación
temprana.
Wolf a partir del estudio de las estadísticas, realizadas
con los datos del censo nombrado y posteriores agregados, las que en su trabajo
presenta debidamente graficadas y adecuadamente interpretadas, llega a
reformular la hipótesis de Westermarck de la siguiente forma: Hay una remarcable
ausencia de sentimientos eróticos entre personas que vivieron juntas y jugaron
juntas antes de los 10 años. La ausencia es particularmente marcada en parejas
crecidas juntas antes de los tres años y para cualquier pareja dada
principalmente depende del cónyuge que fuese menor en el momento del primer encuentro.
Hasta aquí Wolf analiza datos, expone hechos.
Pero los hechos no explican el mecanismo íntimo de cómo se
produce la aversión.
Wolf ensaya su propia explicación.
Acude a la teoría del apego de John Bowlby.
Bowlby definió el apego como una conducta que resulta en que
una persona logre la proximidad con otro preferido y diferenciado, usualmente
concebido como más fuerte o sabio. La conducta incluye aferrarse, llorar,
llamar, saludar y sonreír. Se hace evidente después de los seis meses cuando el
niño muestra que discrimina entre su madre unas pocas figuras familiares y
todos los demás. La conducta se manifiesta al máximo durante el segundo y
tercer año de vida y luego disminuye lentamente.
Wolf cree que la solución al dilema de los “matrimonios
menores” es una combinación de la teoría de Bowlby con la de Westermarck. Las
fuerzas de la selección que nos impulsan al apego y nos acercan a nuestros
parientes cercanos, nos ponen en peligro de una procreación endogámica,
mientras que las fuerzas de la selección que producen aversión al incesto nos
empujan lejos de nuestros parientes y nos hacen vulnerables a los peligros del
aislamiento.
Para evolucionar totalmente las dos disposiciones deben
desarrollarse juntas. El hecho de que el apego y la aversión se desarrollen
antes de los tres años no es una mera coincidencia. Sucede que son la misma
cosa.
A partir de lo anterior, Wolf entiende que en los “matrimonios
menores”, cuando la futura nuera es adoptada antes de los tres años, esta
desarrolla una relación de apego hacia su futuro marido, porque lo visualiza
como más fuerte o más sabio. No recibe la contraparte de la conducta de apego,
que es el cuidado. Por eso la fertilidad de la pareja varía con la edad del
miembro menor de ella que suele ser la mujer y no con la edad del varón, porque
es ella la que establece o no una conducta de apego.
William Durham, que es profesor de Ciencias Antropológicas y
Biología Humana, autor de Scarcity and Survival in Central America y de Genes,
Culture and Human Diversity y que desde 1992 es editor del Annual Review of
Anthropology, reflexiona sobre como la aversión se transforma en prohibición,
teniendo en cuenta que no toda aversión se convierte en una prohibición.
Respecto a esto último da varios ejemplos de los que cito uno: la aversión a
comer insectos no se expresa como prohibición. El toma la teoría del psiquiatra,
Roger Burton que enuncia lo siguiente:
Que la aversión natural llevaba a que el producto de uniones
endogámicas fuese raro, pero visible cuando ocurriese y diese lugar a
nacimientos que mostrasen mortalidad o morbilidad aumentada, lo que por lo
tanto pondría sobre aviso acerca de estos efectos, que se iría manifestando a
través de los años.
Una vez reconocido el hecho, se atribuiría el mismo a que se
habría transgredido el orden natural y que eso era castigado por fuerzas
sobrenaturales o sea el castigo se veía como de origen divino. El miedo a que
la multiplicación de estas infracciones y sus consecuencias trajeran un daño a
todos, promovió la desaprobación moral de la conducta que desagradaba a los
dioses.
A Duham el argumento del temor al castigo divino no le
parece universal y reformuló la teoría diciendo que las personas de un grupo al
reconocer los daños que puede sufrir el producto de uniones endogámicas,
culturalmente las interpretaban como dañosas y amenazantes para todos y formulaban
un argumento de producción de un mal linaje, es decir descendencia con
probables complicaciones.
Durham cotejó su teoría con una base de datos etnográficos
de la Universidad de Stanford, de nombre Human Relations Area Files, que abarca
sesenta sociedades y halló que cuarenta y dos de ellas incluían la referencia a
una consecuencia de índole social o sobrenatural con relación al incesto.
Veinticuatro de esos cuarenta y dos casos o sea el 54,8%, tenían algún
conocimiento acerca de los efectos adversos de la unión con parientes, sobre la
descendencia.
Es interesante el recorrido que hace Larry Arnhart sobre
autores que fundamentalmente son
filósofos y su visión acerca del incesto. Larry Arnhart es profesor de Ciencia Política en la Northern Illinois
University y autor de Aristotele on Political Reasoning: a commentary on the
“Rethoric”, también escribió Political Questions: Political Philosophy from
Plato to Rawls y Darwinian Natural
Right: The biological Ethics of Human Nature.
Arnhart expone el camino de dos líneas de ideas opuestas.
Por un lado alinea a Aristóteles, Platón, Santo Tomás de Aquino, Darwin, Smith y Westermarck y por el otro a los
sofistas como Calicles y también a Thomas Hobbes , Immanuel Kant y finalmente
Freud.
Entre los sofistas Griegos era común contrastar naturaleza y
convención. Decían que las normas sociales de la conducta humana, nacían de la
convención en vez de hacerlo de la naturaleza. Argüían que naturaleza y convención
son opuestos y la justicia es una cosa noble de acuerdo a la convención, pero
no de acuerdo a la naturaleza. De acuerdo a la naturaleza, los sofistas
parecían decir los seres humanos son tan egoístas, tan competitivos para vivir
juntos en comunidades civilizadas que, el orden social requiere la invención de
convenciones sociales o leyes que repriman los que de otra forma serían
revoltosos deseos humanos. Callicles decía que si existiera algún derecho de
tipo natural, este establecería la ley del más fuerte, que es exactamente lo
que las convenciones niegan.
En contra de los sofistas, Platón, Aristóteles y otros
filósofos Socráticos, argüían que la justicia no era meramente convencional,
porque uno podía descubrir normas que fueran justas o correctas por naturaleza.
De acuerdo a este pensamiento habría convenciones que estarían de acuerdo a la
naturaleza y otras contrarias a ella.
Arnhart se pregunta ¿cómo entender la compleja relación
entre naturaleza y convención? ¿Cómo distinguir entre convenciones acordes y las contrarias a la naturaleza? Si el
orden social tiene origen en una naturaleza humana universal ¿cómo es que las
normas son distintas en diferentes sociedades? El cree que la comprensión Darwiniana
de la naturaleza biológica del orden social, ayuda a responder estas preguntas
y reivindica la tradición Socrática del naturalismo ético, contra la sofística
del convencionalismo ético.
En Leyes de Platón, Sócrates habla de la aversión al
incesto, como una ley no escrita tan fuerte, que entre la mayoría de las personas
no existe ningún deseo de tener una relación incestuosa. En Memorabilia de
Xenon, Sócrates habla del taboo del incesto diciendo que aquellos que cometan
incesto tendrán una descendencia defectuosa.
Aristóteles entendía que para los fenómenos biológicos la
ley natural era lo que sucedía para la mayoría de los hechos pero no para
todos. Por ejemplo la mayoría de las personas son diestras, pero alguna son
zurdas y otras pueden ser habituadas a ser ambidextras. Lo que es naturalmente
correcto, los es, conforme a las inclinaciones de los seres humanos, pero esto
variará de acuerdo a las variables circunstancias de acción.
Santo Tomás de Aquino desde una posición en los hechos empirista
de acuerdo a la visión de Arnhart, dado que Aquino afirma que las inclinaciones
naturales que constituyen la ley natural pueden ser conocidas por los humanos
aún sin fe religiosa.
Aquino expone cinco causas por las que el matrimonio incestuoso
sería contrario a la ley natural. Primero, que la experiencia muestra que los
niños nacidos de esas uniones no prosperan. Segundo el incesto desorganiza la
vida familiar impidiendo la reverencia que los hijos deben a sus padres.
Tercero el incesto desorganiza la vida familiar ampliando el rango del deseo
sexual a todos los parientes de la familia. Cuarto el incesto desalienta las
alianzas amigables que producen los casamientos fuera del grupo familiar.
Quinto los seres humanos sienten un natural aborrecimiento al incesto, que
también es mostrado por otros animales. Aquino cita a Aristóteles quién
afirmaba que los camellos y los caballos naturalmente aborrecen la copulación
con sus madres.
La ruptura con la tradición Aristotélica y Tomística comienza
con Thomas Hobbes. Para él, el orden social requiere una conquista de la
naturaleza, en la cual el ser humano trascienda su naturaleza animal.
Hobbes piensa que lo que debe gobernar la conducta humana no
son las leyes naturales, sino las leyes de la razón, para escapar del desorden
que surgiría si el hombre siguiese sus inclinaciones naturales.
El dualismo entre naturaleza humana y voluntad es
desarrollado por Immanuel Kant, que formula el moderno concepto de cultura.
Según Kant el hombre es el que tiene la capacidad de expresar su racionalidad
humana como único ser que tiene facultad supersensible para la voluntad moral y
así a través de la cultura el hombre se libera de las leyes de la naturaleza.
Arnhart expone el pensamiento de Darwin acerca de estos
temas, para lo que tiene que pasar primero por Adam Smith cuya teoría de los
sentimientos morales Darwin había adoptado. Smith decía que el incesto era
contrario a la naturaleza, porque los afectos naturales de apego entre padres e
hijos o entre hermanos son contarios a los afectos naturales de apareamiento
sexual entre esposos. Existiría entonces una tendencia natural para la mayoría
de los seres humanos a sentir el incesto como algo chocante y abominable.
Pero mientras el casamiento entre padres e hijos o entre
hermanos, serían universalmente contarios a la naturaleza, otras reglas de
aversión al incesto podrían variar de acuerdo a las costumbres. O sea habría
variaciones acerca de cuan extenso sería el taboo alrededor de la familia nuclear.
Darwin acordaba con Kant y otros escritores en que de todas
las diferencias que existían entre el hombre y los animales inferiores, el
sentido de conciencia moral era el más importante. Pero mientras Kant había
escrito acerca del sentido del deber como mostrando al hombre como perteneciendo
a dos mundos, el empírico de causas naturales y el trascendente de libertad
moral, Darwin sugería que la moral humana podía ser estudiada exclusivamente
desde el lado de la historia natural, rechazando la separación dualística de
Kant, viendo a la naturaleza como un todo del que el hombre es parte y sugirió
que la aversión al incesto, tendría la ventaja de prevenir los malos efectos
que produciría aparearse dentro de la familia. Especuló que el sentimiento de
aversión sexual entre aquellos que se hubiesen criado juntos en la niñez
temprana habría sido favorecido por la selección natural en la historia
evolutiva humana.
Arnhart dice que esta es la idea desarrollada por Westermarck
y por su parte piensa que una vez que el mecanismo descrito por Westermarck
para aprender la aversión al incesto es implantado en la naturaleza humana, por
la selección natural, los seres humanos pueden aprender por experiencia que esa
aversión tiene muchos beneficios sociales y el reconocimiento de esos
beneficios podría entonces proveer razones utilitarias para reforzar la
prohibición. La aversión al incesto mitiga la competencia sexual dentro de la
familia. Promueve la cooperación entre distintos grupos sin parentesco al promover
matrimonios exogámicos.
Arnhart señala que muchos de los pacientes que Freud trató,
fueron criados por niñeras aislados de sus padres, razón por la que Westermarck
habría predicho que ellos estarían inclinados ha desarrollar tendencias
incestuosas. Después de todo, dice, el mito de Edipo, es la historia de un
hombre que fue separado de los padres al nacer.
Conclusión y reflexión sobre lo anterior
Si bien es cierto que en este trabajo cuestiono la afirmación
de que la tendencia incestuosa humana es universal y central en la formación de
la personalidad y por lo tanto de la conducta, este cuestionamiento no niega la
existencia de cierta forma de sexualidad infantil. Se la ve en los primates
inferiores y en los humanos. Si en los machos ella se dirige hacia la figura
materna, ello sería probablemente consecuencia de que es ella uno de los objetos
próximos para desplegarla. Es decir, interpreto que esos juegos que un infante
puede querer realizar con la madre en forma indiscriminada, que además puede
realizar con otras figuras y consigo mismo, no constituyen una conducta
incestuosa, porque carecen de direccionalidad. Si existe tolerancia hacia esa
actitud infantil, los juegos con la madre estarían destinados a extinguirse,
tal como sucede en los primates inferiores.
A mi entender es la actitud represiva de los padres, frente a esos
juegos la que puede dar lugar a sentimientos de celos, rivalidad o culpa que no
son inherentes a la situación en sí misma, ni inevitables.
Asimismo es altamente probable que en el marco de la moral judeo
cristiana que lleva más de 5000 años de desarrollo, la observación de la
sexualidad infantil masculina (que se manifiesta especialmente por la
curiosidad sexual, las erecciones y los movimientos masturbatorios) haya
producido temor a que ello podía llevar a relaciones plenas con la madre,
especialmente al verificarse los casos de consumación ya nombrados y se haya
considerado importante ponerle un freno. A ello le sumo el sentimiento de
rechazo por el incesto ajeno (porque el incesto es vivido como conmocionante o
doloroso), o sea el incesto del otro me conmociona empáticamente, cuando me entero del suceso, puesto en el
lugar del otro me horrorizo. A partir de allí, es posible que se haya querido
regular la posibilidad de ser conmocionado de esa forma, por aquellos que por razones
varias (entre ellas falta de proximidad en la crianza, como le sucedió a Edipo)
hayan consumado el incesto, instituyendo el tabú.
Hemos visto autores que encuentran otras razones para dicha
instauración. Creo que las que planteo no se contradicen con aquellas. Pienso
que pueden existir varios motivos que determinen una conducta social o la
refuercen.
Respecto al mecanismo intimo que posibilita que los juegos
sexuales de la infancia, que en los primates inferiores llevan incluso a la
penetración de la madre por parte de un hijo macho, se transformen en la
pubertad y adultez en aversión a dicho acto, no he encontrado aún en la
literatura ninguna explicación. Solo la comprobación empírica de que el hecho
existe.
En una ocasión escuché por radio la lectura de un relato que
una médica hacía acerca de su padre. Lo caracterizaba como un “campeón de la
vida”, porque a pesar de mucha adversidad había conseguido recibirse de médico
y una vez recibido, había trabajado atendiendo a gente de escasos recursos, que
le pagaban con huevos, gallinas, lechones, verduras, etc. y el se levantaba por
la noche a hacer suturas o atender un parto. Que había podido progresar y pagarle
el estudio a sus hijos y les había inculcado buenos valores y siendo ella
médica, muchos de sus compañeros de estudio le reconocían que ellos sabían
electrocardiografía gracias a las enseñanzas de su papá. Y terminaba su relato,
diciendo: ja, parece que no pude superar mi Edipo.
Creo que esta es una visión bastante común, incluso entre muchos
psicoanalistas. Se toman como manifestaciones Edípicas los sentimientos
intensos de cariño y admiración hacia un progenitor.
Existe la posibilidad de tener una mirada diferente sobre
este suceso. Tomemos en cuenta la teoría de John Bowlby, ya citada por Wolf.
Bowlby fue un médico ingles,
que estudio ciencias naturales y psicología. Haciendo luego su formación como
Psiquiatra, Psicoanalista. Trabajó con niños en los Comités de Emergencia
durante la guerra. Fue Vicepresidente de la
Sociedad Psicoanalítica Británica en la Presidencia de Donald Winnicott.
Si
tenemos en cuenta todo lo expresado hasta aquí sobre la aversión natural al
incesto, en vez de ver en quién así siente a una persona con deseos eróticos
inconscientes hacia su padre, esos sentimientos los podemos relacionar
con lo expresado por Bowlby sobre la conducta de apego. El dice:
"La conducta de apego es cualquier
forma de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la
proximidad con otro individuo claramente identificado al que se considera como
mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Esto resulta sumamente obvio cada
vez que la persona está asustada, fatigada o enferma y se siente aliviada con
el consuelo y los cuidados. En otros momentos la conducta es menos manifiesta.
Sin embargo saber que la figura de apego es accesible y sensible le da a la
persona un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad y la alienta a valorar y continuar la relación.
Si bien la conducta de apego es muy obvia en la primera infancia, puede
observarse a lo largo de toda la vida, sobre todo en situaciones de emergencia.
Dada que se la observa en casi todos los seres humanos (aunque según pautas
variables), se la considera parte integral de la naturaleza humana y como algo
que compartimos (en distinto grado) con miembros de otras especies. La función
biológica que se le atribuye es de protección. Tener fácil acceso a un
individuo conocido del que se sabe que está dispuesto a acudir en nuestra ayuda
en una emergencia es evidentemente una buena póliza de seguros... cualquiera
sea nuestra edad.
Al conceptualizar el apego de ese
modo, como una forma fundamental de conducta con su propia motivación interna
distinta de la alimentación y el sexo, y no menos importante para la
supervivencia, a la conducta y a la motivación se les concede una categoría
teórica que nunca se les había dado, aunque tanto los padres como los clínicos
durante mucho tiempo han sido intuitivamente concientes de su importancia."
Si analizo a la luz de esta teoría los sentimientos de
esta médica, diría que, lo que es
altamente probable que un papá como el que describe esa médica, sea incorporado
como un gran protector, ya que tenía una actitud protectora también hacia sus
pacientes y muy adecuado en esa función debido a que se mostraba como una persona
eficiente y sabia en general. El padre sería de esta manera una base segura
para su hija. Dice Bowlby:
"El concepto de base personal
segura a partir de la cual un niño, un adolescente o un adulto salen a explorar
y a la cual regresan de vez en cuando es un concepto que he llegado a
considerar decisivo para la comprensión del modo en que una persona
emocionalmente estable se desarrolla a lo largo de toda su vida."
¿Cuál es la actitud de los psicoanalistas frente al
cuestionamiento de la existencia del complejo de Edipo?
Por supuesto que yo no conozco a todos ellos y quizá no haya
podido intercambiar sobre este tema con más de veinte y estaría de acuerdo con
cualquiera que cuestionase el valor
estadístico de esta muestra. Por eso lo siguiente tiene solo valor anecdótico.
En una oportunidad expliqué que los animales tenían
conductas aversivas al equivalente del incesto, en una clase que se dictaba en
la Asociación Psicoanalítica Argentina y lo que eso podría significar como
cuestionamiento a la existencia del complejo de Edipo. La reacción frente a
esta afirmación, fue de rechazo
llegando en algunos psicoanalistas que asistían a la clase a manifestarse como
franca indignación. No hubo uno solo que se interesase en ahondar el tema o que
pidiera material bibliográfico para conocerlo. Una de las asistentes
francamente enojada dijo algo así como que ella no estaba allí para perder el
tiempo con semejantes afirmaciones.
Después que se me pasó la sorpresa frente a esa reacción
para mi inesperada, me dio risa pensar que Freud había tenido que enfrentar la indignación
que producía su teoría edípica y que ahora hablar de lo contrario produjese la
misma resistencia.
Al hablarlo con otros psicoanalistas, me manifestaron su
incredulidad frente a la aversión al apareamiento entre parientes en los animales
alegando que habían visto perros apareándose con sus madres. Otros me hablaron
acerca de lo que decía Lévy-Strauss sobre lo que significaba el horror al
incesto como entrada del hombre a la cultura, como si ello fuese una verdad
incontrovertible. Hubo quién me dijo que para ser psicoanalista había que
aceptar la existencia del complejo de Edipo, expresando los argumentos de Freud
ya citados en Pontalis y Laplanche, en el sentido que era ese complejo y su dinámica
la que permitía la elección del objeto de amor y el acceso a la genitalidad,
que no estaría dada por maduración biológica.
A pesar de lo antedicho, que es solo el reflejo de una
experiencia personal, existen psicoanalistas menos “ortodoxos” dispuestos a la
apertura como lo muestra un trabajo presentado en la Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires por Cecilia Millonschik
de Sinay y Alberto Perez Cohen llamado En Busca de la Convergencia Anhelada,
que marcan la existencia de divergencias varias entre teóricos del
psicoanálisis, algunas difíciles de conciliar. Veamos parte del trabajo:
"... el modo en que se entiende un
material clínico depende, en buena medida, de la teoría y de la
cosmovisión de quien lo hace. Pero, a la vez, esta cosmovisión
está atravesada por el lugar y el tiempo de quien la posee o la padece.
Tampoco ésta es una formulación novedosa pero creemos que, a veces,
consideramos que algunos postulados psicoanalíticos (como el edípico) son de
carácter universal. (...) ¿Las interpretaciones
de Freud son expresión de los alcances y limitaciones de su
tiempo? ¿Relativiza esto la universalidad de sus explicaciones acerca de
la estructuración del psiquismo? Creemos que no hay una razón que nos
resulte epistemológicamente válida para sostener que la hipótesis edípica, la
feminista o la etológica sean más o menos verdaderas la una que la otra. Y
eso sin entrar a considerar todo lo que ha sucedido desde los 70 hasta
acá: Viajes espaciales. Fertilizaciones asistidas. Intervenciones
quirúrgicas que acuñaron la posibilidad de la transexualidad. Clonación.
Drogas. Virtualidad (que pone entre paréntesis los parámetros fijos de
tiempo, espacio y realidad). Creemos que mucho cambiarían las hipótesis
psicoanalíticas (acerca de la pulsión de muerte, por ejemplo) si se miraran
desde el punto de vista de los filósofos del existencialismo o del nihilismo o
desde el de los poetas de la desesperación... No nos cabe duda de que,
desde cualquiera de estas cosmovisiones el acceso a la clínica
es diferente. Creemos, desde siempre también, que es distinto hablarle a
un aborigen africano, a un psicoanalizado de la ciudad de Buenos Aires de
mediados del siglo XX o a una paciente de uno de los hospitales de la banlieu
parisina en los que se asiste a gente de las colonias o ex colonias que han
estado bajo la dominación francesa o, actualmente, también a refugiados o
migrantes. Lo que sí nos despierta dudas, y es lo que querríamos comenzar
donde este trabajo termina, es qué es, entonces, el Psicoanálisis; cuáles son
sus invariantes. Y qué es lo que –a lo largo y a lo ancho del tiempo- podemos
sostener como postulados teóricos universales de lo que llamamos
Psicoanálisis. Nos interesa pensar esto desde un punto de vista
transdisciplinario y con cierto rigor epistemológico. Creemos que no hay
duda (por lo menos no para nosotros) de que el Psicoanálisis no es uno
sino muchos; lo que también creemos es que no es riguroso pensar que el
Psicoanálisis puede ser esto o aquello sin llevar hasta las últimas
consecuencias el esto o el aquello y considerar si se trata de algo que
excluiría uno de los polos, relativizaría a ambos o alcanzaría alguna otra
instancia de armonización compleja de afirmaciones diversas. Creemos que
muchas veces la teoría psicoanalítica suma hipótesis no siempre
congruentes, que otras veces divide en primario y secundario para
justificar una diferencia no agotada teóricamente; que, en ocasiones, considera que puede
suceder esto pero también aquello. Se supone que el modelo de Inconsciente
que tenemos admite –entre otras cosas- la contradicción; creemos que la
teoría psicoanalítica, que se ocupa entre otras cosas de
las características del Inconsciente, no puede albergar contradicción si
pretende ser una teoría científica. Freud considera que se accede al
conocimiento de la diferencia de los sexos y, consecuentemente, a la amenaza
de castración. Cuando Freud dice pene o castración ¿habla de un
significante o de un significado? Cuando Lacan habla de castración o de falo,
¿se supone que se refiere a un significante? ¿Pene es igual a falo? ¿Castración
es igual a castración? Creemos que no. ¿Y por qué se llaman igual o casi
igual? Tan luego Lacan, que ha hecho del lenguaje o del significante (qué
decir: monumento, puntal, columna vertebral) ¿puede usar las mismas
palabras sin medir sus implicancias? Si algo puede explicarse desde una
hipótesis edípica y, al mismo tiempo, puede explicarse desde la teoría del
apego y, al mismo tiempo, puede explicarse desde lo edípico como
la negación de la muerte; hay algo que requiere, al menos, detenerse e
interrogarse. O todo esto es posible y complementario (habría que ver cómo); o
todo esto es contradictorio (y que hacemos con ello); o algo de esto debe ser
descartado. O hemos de preguntarnos otra vez cuáles son las invariantes y qué
hace que el Psicoanálisis lo sea. Conectamos esto con nuestra convicción
de que las divergencias en Psicoanálisis son numerosas y diversas y que es
un corpus teórico en permanenete movimiento. Pensamos que esto honra al
Psicoanálisis y que es, en parte, responsable de su vitalidad. Pero, también,
tal como hemos dicho, creemos que la coexistencia desordenada de estas divergencias
supone contradicciones o incongruencias sobre las cuales no nos cabe duda de
que deberíamos reflexionar. Quizás necesitemos excluir, cotejar, cuestionar o
armonizar elementos que, en ocasiones, forman un abigarrado conjunto de
opuestos que transitamos (lo queremos reiterar y enfatizar) como si el
principio de no contradicción de nuestro modelo de Inconsciente pudiera
extenderse a nuestros razonamientos teóricos. Queremos, por fin, resaltar
(the last but not the least) que todo esto nos aboca a la tarea
más compleja, que es: si todas éstas son las divergencias –y sobre esto no
tenemos ninguna duda: son divergencias y fuertes- ¿cuáles son las convergencias?
¿Cuáles son las invariantes que hacen que el Psicoanálisis lo sea y que,
además, no sea ninguna otra cosa? Pero este sería otro trabajo, quizás el
próximo."
Hace poco escuché que Einstein decía que la mente es como un
paracaídas solo funciona si está abierto y por su parte Bowlby ha escrito:
"En su
trabajo cotidiano, un científico tiene que ejercitar un alto grado de crítica y
autocrítica; y en el mundo en que vive, ni los datos ni la teoría de un
líder-por muy admirado que sea-están exentos de la duda y la crítica. No hay
lugar para la autoridad."
El cuestionamiento de algunas hipótesis psicoanalíticas da
lugar, como ya señala el trabajo de Sinay y Perez Cohen, a la búsqueda de
cuales son las invariantes que lo caracterizan. He encontrado en el trabajo de
Eduardo Laverde-Rubio: Metodología de la Investigación: Psicoterapia Analítica
y Psicoanálisis, una definición que a mi ver permite delimitar lo que es básico
e inamovible.
De cualquier forma se trata de un comienzo y solo eso. Dice:
" Considero el psicoanálisis y la psicoterapia derivada de
este una ciencia factual natural, particular en su objeto de estudio:
el ser humano en la dimensión de sus motivaciones
inconscientes, lo cual determina el método —una observación
participante, es decir, intersubjetiva y relacional—. Esta última
relación es la transferenciacontratransferencia, basada en
las premisas básicas del psicoanálisis: existencia de un inconsciente
dinámico, tendencia a la repetición de patrones vivenciales, de
pensamiento y conducta, determinados originalmente con las
primeras relaciones interpersonales y su tendencia a repetirlas
ulteriormente, y la importancia de estas relaciones tempranas en la
estructuración y funcionamiento de la persona total (self). "
Con respecto a la conducta incestuosa quiero compartir
agunas frases del psiquiatra Mark T. Erickson. En su artículo Evoultionary Thought and the
Current Clinical Understanding of Incest, el expresa:
"Irónicamente en
tanto los clínicos encuentran que la prevalencia del incesto humano es mayor de
la que nunca hubieran creido, los biologistas encuentran que el incesto es raro
en la naturaleza."
Se pregunta si las prácticas culturales modernas hacen el
incesto más común y señala algunas serían disruptivas respecto al apego
temprano, como el nacimiento en hospitales, el amamantamiento corto (que reduce
la intimidad física o emocional entre madre e hijo). También señala que en
nuestro pasado evolutivo los padres dormían próximos a sus hijos lo que proveía
protección y podría promover un desarrollo fisiológico normal y reducir
patologías como la muerte súbita. Asimismo dice que la práctica de hacer dormir
a los infantes y niños en habitaciones separadas es una intrusión cultural
completamente anómala. Y que el escaso involucramiento de los padres en la
crianza de los hijos, está asociado con riesgo incrementado de incesto paterno.
Afirma que la asociación temprana es crucial para el desarrollo de la ligazón
familiar en muchas especies y los humanos no son una exepción. También:
"Es conocido que el incesto es raro
en la naturaleza, y nosotros debemos preguntarnos si el incesto en humanos se
ha convertido más y no menos habitual a causa de la influencia
cultural."
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